Editorial
Plagas: se tomaron decisiones importantes, ahora quedan las urgentes

Manejo de Plagas
Plagas: se tomaron decisiones importantes, ahora quedan las urgentes
Nos queda defender el peldaño del cual no nos queremos caer: las medidas de protección del rendimiento.
José Luis Zorzin
Director Adjunto - Red de Manejo de Plagas Aapresid / Socio-Gerente consultora Más Hectáreas
Publicado en Diciembre 2025
En lo productivo, a esta altura ya se han tomado muchas decisiones (las más importantes) para poder achicar la brecha entre el rendimiento potencial (factores definitorios) y el alcanzable (factores limitantes): definir la oferta ambiental que vamos a explorar, el genotipo, la fecha de siembra (FS) y la nutrición. Ahora nos queda defender ese peldaño del cual no nos queremos caer (el alcanzable), y son las medidas de protección del rendimiento (las urgentes) las que hacen frente a aquellos factores que pueden reducirlo: las plagas.
En los últimos años, las plagas dejaron de ser reductores para convertirse en limitantes del rendimiento, ya que nos han conducido a cambios en la FS resignando potencial o asumiendo un mayor riesgo climático.
El caso emblemático fue la expansión de Dalbulus maidis, que en la campaña 2023/24 produjo daños inéditos en zonas donde históricamente no era un problema. Otros ejemplos son Spodoptera frugiperda, cada vez más adaptable y con evidencias de resistencia crecientes a las últimas tecnologías en maíz, o el mal de Río Cuarto.
Con el advenimiento de los eventos biotecnológicos y su demostrada efectividad en el control de plagas específicas, ya sea en forma directa (ej.: gen Bt) o indirecta (ej.: gen RR), prácticamente se les delegó esa protección del rendimiento, y en forma masiva. El resultado fue la pérdida de sensibilidad de esa plaga objetivo en un plazo inferior a lo esperado: se lo puede ver en las resistencias de Puccinia triticina a triazoles y de Drechslera tritici-repentis a estrobilurinas en trigo; en los sucesivos eventos para control de S. frugiperda en maíz, así como también de Rachiplusia nu en soja sobre evento Intacta (un año luego de la masificación de la tecnología); y en malezas como respuesta apilada a la secuencia de herbicidas que se van utilizando.
Ocurren también epidemias inesperadas, como aquella de Cercospora sojina (mancha ojo de rana) en las campañas 2008/09 y 2009/10, encontrándonos con la mayoría de los cultivares más sembrados en la región núcleo totalmente susceptibles y con poco conocimiento del potencial daño del patógeno, incluso en estadios avanzados de llenado de granos. Para la misma época, ocurrió un ataque masivo de Helicoverpa gelotopoeon en las campañas 2007/8, 2008/9 y 2009/10, con muchas fallas de control, en parte, por el desconocimiento de la biología de la plaga y la costumbre del volteo de defoliadoras. Otras veces, plagas “secundarias u ocasionales” pasan a ser primarias y frecuentes, como trips y Tetranychus urticae en soja.
Además, ha cambiado la forma de control. De activos de control casi masivo (glifosato, endosulfan, triazoles) y de carácter “curativo”, a específicos por géneros y más “preventivos” (pre-emergentes en malezas, diamidas y neonicotenoides en insecticidas, estrobilurinas y carboxamidas en fungicidas). Con ello la composición de plagas cambio, especialmente en los insectos, en donde hemípteros que tradicionalmente afectaron al cultivo de soja hoy lo hacen con más frecuencia en trigo, y, más aún, en maíz, en donde Dichelops furcatus se torna incontrolable con los niveles de rastrojo de nuestros sistemas productivos.
A pesar de todo ello, los umbrales de daño económico (UDE) son los mismos de hace décadas. ¿Qué cambió? Muchísimo. Esos UDE, elaborados fenomenal y especialmente por INTA, estaban realizados con otros genotipos, FS, químicos para control, metodología, otra cultura, otra certeza de pronósticos climáticos. Cada vez se precisa más la interpretación de esos datos para la toma de decisión: dinámica de la plaga, condiciones ambientales futuras y el gap entre la toma de decisión y el momento en que el equipo puede ir a efectuar un control. Es una actividad muy poco diversificada, todos hacemos más o menos lo mismo en una región agroecológica, mismos genotipos, FS, mismos contratistas. Por eso, para el tomador de decisiones no solo hace falta conocer el UDE, sino también las condiciones ambientales futuras, el mecanismo de control de la plaga y la factibilidad de hacerlo según la disponibilidad de maquinaria.
Así, el Manejo Integrado de Plagas (MIP) deja de ser una recomendación teórica para transformarse en una necesidad estratégica. Y todo aquello que alguna vez estudiamos en terapéutica hay que ponerlo en práctica: mezclas de varios activos, comportamientos en el ambiente, o adaptabilidad a las nuevas tecnologías de aplicación, como las selectivas o los drones.
REM tiene un rol activo fundamental en toda esta problemática: coordinación de todos los actores, conversión de la información dispersa en decisiones colectivas, fortalecimiento de los sistemas de alerta temprana y comunicación efectiva y preventiva. La tecnología también avanzó, con disponibilidad de aplicaciones y redes para conocer en tiempo real los riesgos de posibles adversidades bajo condiciones conducentes.
Nuestro sistema productivo es muy potente, aunque a la vez, es frágil. Hoy tenemos la urgencia de defender el alcanzable, pero no debemos claudicar en sostener lo importante: el potencial. Para ello debemos cuidar las tecnologías y los sistemas más complejos. Desde REM tenemos esa misión. Y, como dice una frase que se le arroba al Gral. San Martín, aunque lo que queremos hacer parece imposible, es imprescindible.
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